OPEX, CAF, flujo de caja, capital circulante... la jerga de las finanzas puede parecer oscura a los profesionales no financieros. Eric Strouk, experto en finanzas de empresa, explica por qué los directivos deben adquirir unos conocimientos mínimos en este campo si quieren sentirse a gusto con sus contactos financieros.
No todos los directivos son expertos en finanzas empresariales, ni mucho menos. Sin embargo, mantienen conversaciones periódicas con especialistas, cuando no con sus jefes, accionistas o futuros inversores.
Al hablar con los financieros surgen varios problemas. El más obvio es la barrera del idioma. Dominar el vocabulario es sin duda necesario, pero no suficiente. También hay que entender la lógica y los mecanismos financieros que intervienen para captar el cuadro completo.
Dominar el vocabulario, punto de partida del diálogo con los financieros
Cada disciplina tiene su propio lenguaje y vocabulario. Las finanzas no son una excepción. De hecho, este campo está lleno de acrónimos que con demasiada frecuencia resultan incomprensibles para los directivos.
Es esencial adquirir esta lengua, esta cultura, estos códigos. Más aún cuando se trata de comunicar con claridad y eficacia en un entorno de doble cultura francesa y anglosajona.
Para hablar de la actividad de una empresa, por ejemplo, algunas personas utilizan la expresión OPEX (gastos operativos) mientras que otros prefieren el REX (beneficio de explotación), allá margen de explotación o incluso EBIT (Beneficios antes de intereses e impuestos) para expresar el mismo concepto.
Según la cultura de la empresa, la formación del directivo y los hábitos de los empleados, las palabras y expresiones pueden tener significados diferentes, o incluso ser ambiguas. En ese caso, lo mejor es dominar la correspondencia entre las dos culturas y entender las equivalencias y especificidades de cada una.
Un entorno y un vocabulario en constante evolución
Contrariamente a lo que podría pensarse, el entorno financiero, su vocabulario y sus fundamentos también evolucionan con el tiempo.
Por ejemplo, hace menos de veinte años, las deudas financieras de una empresa eran, por término medio, cuatro veces c y f (flujo de caja de las operaciones). Hoy son más bien tres. ¿Por qué unos ratios que antes se consideraban inmutables están ahora contaminados por un cierto grado de volatilidad?
Las razones son múltiples y profundas. Pero destacan dos causas principales.
Uno está vinculado a un contracción del tiempo como consecuencia de unos medios de comunicación cada vez más rápidos y ubicuos. En consecuencia, los banqueros se ven obligados a acortar sus umbrales de coeficiente de liquidez como parte de un análisis continuo de la evaluación del riesgo de sus clientes y debido a la falta de visibilidad sobre el futuro.
La otra causa es social, en un mundo cada vez más centrado en planteamientos abstractos e inmateriales. No hay más que ver el creciente número de programas informáticos y aplicaciones para teléfonos inteligentes que contribuyen a este cambio. Por ejemplo, la automatización de los registros contables mediante inteligencia artificial (IA) resulta cada vez más eficaz.
Además, desde principios del siglo XXIe siglo, la parte de activos intangibles (patentes, marcas, licencias de explotación, etc.) sigue creciendo, en detrimento de inmovilizado material. Y esta tendencia no va a detenerse.
Más allá del vocabulario, dominar los mecanismos contables y financieros
Hablar con financieros exige dominar tanto los mecanismos contables como los principios financieros. Entender que una deuda es también un recurso puede parecer contraintuitivo para los principiantes.
¿De qué manera es un BFR (necesidad de fondos) ¿Se considera favorable un flujo de caja negativo? ¿Por qué amortización del inmovilizado la causa de una descorrelación entre Efectivo y el resultado? ¿Cómo se actúa a partir de esta información? Todas estas son preguntas para las que todo directivo debe estar preparado, ¡por no decir avezado!
sin embargo, el Finanzas corporativas (finanzas corporativas) no se trata simplemente de adoptar un vocabulario o una lógica financiera. De lo contrario, el planteamiento sería muy sencillo, incluso simplista.
Detrás de los mecanismos, paradojas
Esta disciplina oculta paradojas y lógicas de las que hay que apropiarse. Este es el caso de el efecto mandíbula financiera que sigue una lógica contraintuitiva. El efecto tijera se produce cuando dos fenómenos se mueven en direcciones opuestas, como un aumento y una disminución.
Tomemos un ejemplo. Cuando el ventas (facturación) aumenta, ¡el descubierto bancario también se deteriora en la misma proporción! En otras palabras, tu posición de tesorería se reduce y, al final, te quedarás en descubierto. Esto puede parecer sorprendente al principio.
De este fenómeno se deduce que es mejor intentar que el flujo de caja sea el soporte del rendimiento para alinear ambos en la misma dirección.
También encontramos el caso de apalancamiento financiero. Consiste en aumentar la rentabilidad financiera mediante el endeudamiento.
Los directivos deben comprender las consecuencias financieras de sus acciones
Además, el personal operativo, que está en contacto con el terreno, debe entender perfectamente las repercusiones de sus acciones en todos los aspectos financieros de la empresa.
Dar a los clientes plazos de pago demasiado largos puede salir caro. En términos de costes financieros, pero también por las consecuencias para el modelo de negocio de la empresa.
¿Merece la pena el riesgo? ¿El margen justifica esta deriva? ¿En qué medida influye esta decisión el DSO (días de ventas pendientes), el tiempo medio que se tarda en pagar a los clientes? Todas estas son preguntas que los controladores de gestión preferirían no tener que responder a diario.
Saber analizar la situación financiera de una empresa, ya sea la propia o la de un competidor, sigue siendo una habilidad clave que debe adquirir cualquier directivo.
A un director de ventas, por ejemplo, le resultará difícil tomar la decisión de ralentizar o detener el crecimiento de las ventas porque la tesorería de la empresa no está a la altura. Esto puede compararse a detener un ejército en marcha si la logística no acompaña. En cierto modo, significa limitarse para mantener el equilibrio de la empresa y evitar ponerla en peligro. Esto es innegablemente un signo de maestría o sabiduría. Pero, sobre todo, requiere un buen conocimiento de las nociones, los conceptos y la lógica de las finanzas empresariales.
Todos los gestores operativos, trabajen o no en finanzas, necesitan tener estas capacidades básicas de gestión.
Se trata de una baza importante para integrarse con éxito en una empresa, pero también es una inversión personal que todo directivo, de campo o no, debe hacer para construir una base sólida para su carrera.