Ha sido difícil pasar por alto la revolución ChatGPT de los últimos meses... Porque, aunque no te sientas implicado en absoluto, seguro que has oído hablar de ella. Cada día se descubren nuevos usos en el lugar de trabajo. Hay para todos los gustos. La informática, por supuesto, pero también el marketing, la comunicación, las finanzas, los recursos humanos... Pero, ¿y los proveedores de formación? ¿Cómo pueden los formadores sacar el máximo partido de esta herramienta? ¿Cuáles son los escollos que hay que evitar? Philippe Argouges, experto en ingeniería de la formación y análisis de necesidades, nos lo explica.
¿Qué es ChatGPT?
Se trata de la inteligencia artificial (IA). Es decir, un programa informático que piensa por sí mismo.
Inevitablemente, nos vienen a la mente historias de ciencia ficción en las que los ordenadores se emancipan de sus creadores. En 2001, una odisea del espacio à terminador y todas las novelas de Isaac Asimov sobre el tema.
En realidad, las cosas son más prosaicas. La IA no nació el año pasado con ChatGPT. De hecho, es la culminación de investigaciones muy anteriores. Por ejemplo, ¿no son IA el SIRI de Apple y el diseñador de PowerPoint?
IA Generativa
Pero todas estas herramientas no son ni de lejos tan espectaculares como ChatGPT o sus hermanas, como Bard de Google. Se trata de IA conversacionales, es decir, software capaz de mantener una conversación significativa sobre cualquier tema. También se las conoce como IA generativa, porque son capaces de crear contenidos. Y, en el caso de ChatGPT, de generar y escribir texto. Esa es la revolución.
Este generador de texto se basa en un motor de IA, del que existen varias versiones. La versión actual es la 4, y pronto llegará la 5. Este motor reacciona a preguntas llamadas "prompts".
Antes, necesita adquirir conocimientos. Para ello, la IA utiliza mecanismos de aprendizaje automático. Al principio, el editor da a la IA acceso a una gran cantidad de información, orientada a sus usos. Luego, a lo largo de su vida, el sistema sigue aprendiendo por sí solo.
Por eso las distintas implementaciones del motor no dan los mismos resultados. Todo depende de cómo hayan aprendido. Por ejemplo, la versión de Microsoft disponible a través de Bing no responderá a la misma pregunta que ChatGPT.
IA creativa con ortografía perfecta
El resultado es prodigioso. Estas herramientas demuestran ahora creatividad. En este sentido, son muy diferentes de un motor de búsqueda capaz de encontrar textos existentes.
Además, su lenguaje es perfecto. No hay faltas de ortografía ni errores gramaticales en sus textos. Y eso no es poco, dada la complejidad de la lengua francesa.
¿Cuáles son las aplicaciones prácticas actuales y futuras de estas herramientas para la formación profesional?
ChatGPT, usos concretos y variados en el mundo de la formación
Para los formadores, el primer uso de ChatGPT es como "asistente de redacción". Puedes confiar en él para construir un programa de formación, escribir descripciones de formación o documentación.
Hablando de documentación, también existen generadores de imágenes basados en el mismo principio, como DALL-E o Midjourney. Usted describe lo que quiere y estas herramientas lo crean desde cero. Es una alternativa interesante a los bancos de imágenes que contienen ilustraciones gratuitas o libres de derechos. Así puedes crear contenido original: ¡una imagen que no existe en ningún otro sitio! Y ni siquiera tienes que ser diseñador gráfico...
Pero estas herramientas pueden hacer algo más que crear contenidos: pueden aportar ideas. Este es un segundo uso posible de ChatGPT en la formación. Puedes hablar con ChatGPT, ese es su papel, su función. Así que puedes pedirle que te haga sugerencias para una presentación. Se convierte en un momento de intercambio con un compañero virtual.
Ejemplo de un mensaje para la formación en gestión:
Desempeñando el papel de formador, ¿puede decirme qué opina de un ejercicio en el que pregunto a mis alumnos, directivos noveles, con qué líder se identifican más?
La respuesta de ChatGPT fue interesante. A continuación señaló que había que tener en cuenta los factores culturales. Sugirió que este ejercicio fuera seguido de una reflexión sobre las razones de su elección.
Otra posibilidad es utilizarlo durante la sesión de formación. Por ejemplo, para simular conversaciones con un cliente durante ejercicios de simulación. ChatGPT se convierte entonces en un auténtico asistente de formación.
¿Cuáles son los límites de ChatGPT?
En primer lugar, nadie verifica los conocimientos adquiridos por estas IA conversacionales. Se basan en lo que encuentran en Internet. No sabemos nada de su capacidad para clasificar y diferenciar entre información real y noticias falsas. Las teorías de la conspiración son muy visibles en Internet. Por tanto, existe el riesgo de que estén sobrerrepresentadas en la información que alimenta a estas IA. Para los formadores, esto significa mantén un ojo crítico en sus creaciones. En otras palabras, no son más que herramientas. Utilizar una IA no significa que no tengas nada que hacer.
De la alucinación al plagio: la vigilancia sigue siendo necesaria
Además, estas herramientas son generadoras de creatividad: cuando no saben, inventan. Entonces dan una respuesta falsa. A esto se le llama alucinación AI. ¿Y el motivo? La información puede no estar actualizada, lo que es fácil de corregir. Pero también puede deberse a una propensión a inventar o a confundir la realidad con la ficción. Por ejemplo, ChatGPT puede proporcionar a veces biografías completamente falsas de ciertas personalidades, sobre todo políticos.
Por último, está el problema de la propiedad intelectual. Estas herramientas se inspiran en lo que encuentran. A veces, la línea que separa la inspiración del plagio es difusa. Las creaciones de la IA no siempre son originales. En Estados Unidos, por ejemplo, 17 autores, entre ellos George R. R. Martin (El Trono de Hierro) o John Grisham (La firma)ha denunciado recientemente al creador de ChatGPT por "robo a gran escala". En su opinión, los datos en los que se basa ChatGPT pertenecen a los autores.
En última instancia, ¿a quién pertenecen los textos y las imágenes generados por estas herramientas? ¿El diseñador del software, la persona a la que se le ocurrió la indicación o la persona cuyas ideas inspiraron su creación? Por el momento, la respuesta no está clara y varía de un país a otro.
Con el desarrollo exponencial de las posibilidades que ofrecen estas herramientas y alguna jurisprudencia futura, no cabe duda de que la respuesta surgirá pronto. Mientras tanto, corresponde a los profesionales de la formación aprender a utilizarlas de la mejor manera posible.